domingo, 6 de febrero de 2011

Aprendiendo a bailar

Éramos pubertos, raspábamos los cambios de gustos, ya no salíamos a patinar en fila india por los pasadizos del edificio donde vivíamos, ya no jugábamos fútbol después de clases y por las noches. Ya no corríamos detrás de una pelota de trapo, corríamos para mojar a las chicas en verano, cada uno con su balde repleto de bombas de agua inofensivas pero si delatadoras (se les veía el calzón a las chicas mojadas), teníamos provisiones, nuestras bolsitas de globos ‘’carnavaleros’’ ''payaso 2''. Ya no jugábamos ''lingo-lingo'' muy entusiasmados y a la expectativa con nuestras manos en los protectores de las ventanas para colgarnos por si el chantado corría hacia nosotros diciendo tiburón, tiburón, nuestro nuevo juego se trataba de sentarnos y hacer un círculo, vernos reflejados en un botella de vidrio transparente algo nerviosos, humedeciendo los labios, mirando a quien nos gustaría besar por cinco segundos, diez o cuanto lo quisiera el retador mientras la botella giraba. Habíamos dejado muchos juegos, mayormente los deportivos, para adentrarnos en juegos perversos, sádicos, como decía doña Fany, malcriadeces.
Pero había un juego que no lo era tanto, era más un compromiso, un pie a las relaciones sociales y el otro hacia una superación propia. Por mi parte tenía los dos pies izquierdos inseguros. No salía de mi cascarón, aún quería corretear a las niñas y ponerle apodos, que era en lo que más era conocido.
Domingo por la tarde, un cumpleaños, mucha bulla en el edificio, griterío, música de moda, los inicios del nuevo milenio, su apurada y exigida música, tratando de convencer a la gente que todo estaba cambiando, que iban a derrocar a los noventas del top. Esta moda se esforzaba por ser más digerible que su antecesora, lo podía sentir, la cogía entre mis manos, me la llevaba a la boca, la trituraba y nada, la escupía, no me gustaba.
Como uno de los primeros invitados y primo de Kevin, debía llegar primero y armar la ''chacota''. Los demás invitados iban desfilando con sus jeans nuevos modelos carpintero, mecánico, lechero, cerrajero, panadero, herrero y hasta ratero. Las camisitas de cuadritos y polos con cuello estaban de moda, quien se aparecía con polo con rayas de colores estaba cagado, lo miraban como a cualquier infante a quien coger de punto y burla atroz. Yo fui uno de ellos pero pasé piola, no por mi baratujo polo con un estampado de los ''Animaniacs'', sino porque era uno de los más mocosos y pariente del festejado.
Baila ''weón'' me dijo Lucho, no nada, no quiero le respondí. Me sonrrojaba porque no sabía bailar, me aterraba la idea de moverme con pasos improvisados frente a una chica. Cuando alguna vez lo intenté, sentí que todas las miradas y sonrisas al viento eran hacia mí burlándose, haciendo hincapié en mis pasos torpes, en mi debilidad, mi carencia de buen ritmo.
Todos parecían disfrutar de la fiesta y yo sólo me limité a comer gelatinas, bocaditos y el muy sabroso ''clásico'' (mazamorra y arroz con leche). Era un niño muy glotón que barría con toda la mesa y bolsitas sorpresa, es por eso que saqué pansa y me gané un apodo: ''Borgini'', qué premio.
Liz me quitó la quinta bolsita sorpresa y me jaloneó para bailar con ella, baila Borgi conmigo esta me dijo, puta madre ya pues, pero sólo esta ya, le dije. No sólo bailamos esa, bailamos muchas más y no porque ella lo quiso, sino porque yo no la solté. Lo disfruté, me encantó moverme de un lado a otro con la mierda de música que no me gustaba, ignorando miradas, risas, burlas, porque en realidad no eran para mí, yo me reí de mismo, cada vez que hacía un paso nuevo gracioso les pedía a los dmás que me miren, que se burlen conmigo, no se reían más de mí, se reían conmigo. No puedo explicar la causa de mi desenfrenado comportamiento bailable. Aún tengo una hipótesis, y lo que pudo generar ese entusiasmo y felicidad en mí fue toda la azúcar que me ''empujé'' antes de bailar. Gracias bolsitas sorpresas.
Ya llegó Carol le dijo Liz a su gemela Susy mientras me dejaba ''toneando'' solo. Carol era la nueva inquilina en el edificio, una niña de doce años, alta, larga, delgada, su cuerpo llegaba un buen transcurso de crecimiento, tenía los ojos dormilones, cabello ondeado negro, olía rico.
Saludó a algunos del grupito menos a mí, sólo atinó a decir ''oink oink'', calla fea le dije. Nos llevábamos mal, de hecho muy mal porque como era bonita se sobraba bien fea y yo como era gordito no me importaba ser bonito con ella. ''Qué feo bailas oye pansón'' me dijo, ''sal de acá federica'' le respondi, ''tú eres el feo y encima grasoso'' siguió ella, ''bien rica te crees mostra hasta las wevas'' respondí,'' sí claro, dime por qué soy mostra aer aer'', me retó, ''porque mira eso pe respondí'', ''qué cosa'' preguntó, ''eso es cara o pie'' pregunté, ''y mira eso, ni tetas tienes, eres tan pobre que tus tetas son naturales, anda métete a tu casa mejor oye''. Cuando terminé de decir eso los demás se rieron como si fuese verdad; sin embargo todo lo que dije fueron mentiras, Carol era la niña más linda en todo el edificio y yo la adoraba, pero no iba a dejar que nadie se diera cuenta de eso. Pero mi mecanismo de defensa adolescente no iba a durar por mucho tiempo.
Eres un grosero idiota, gordo, feo y no sabes bailar, entiende, no sabes bailar y nunca sabrás, me sentenció Carol. Lo dijo con la cara multicolor, de rosada pasó a morada, luego amarilla y acabó húmeda, sudorosa, llorosa. Obviamente me sentí muy mal al hacer llorar a mi chica, a mi chica con título de ficción, a mi china como burla a sus ojos le decían, a mi Carol.
Todos se hicieron los locos, los que no habían escuchado nada y seguían toneando, pero Carol y yo quedamos en escombros. Se sentó lejos de mí para chismear con Mary, su mejor amiga y no tan buena mía. Sentado y comiendo decidí salir de la fiesta al pequeño patio donde estaba Candy fumando a todo pulmón. Ella vivía con Katiuska al lado mío. Tenían muy mala reputación en el edificio por la cantidad de hombres que entraban a su cuarto. Candy tenía dieciseis y Katiuska diecisiete, se vestían con ropas muy pegadas y algunas veces no llevaban ropa interior, era muy fácil notarlo.
''¿Qué pasó peque?'' Preguntó, ''no nada Candy, sino que la fea de Carol me odia, se burla cuando bailo y dice que nunca sabré bailar'', le respondí resignado, ''no le hagas caso a esa sonsa, seguro ya le está bajando y por eso se pone así de babosa'' dijo, ''bajando qué'' le pregunté, ''ya tu sabes pues no te hagas'' dijo,''no, no en serio no sé'', me interesé, ya nada olvídalo, y tú quieres aprender a bailar, preguntó, mmm la verdad que sí aunque no tanto, no sé le respondí, mira antes que saber bailar, aprende a besar, una vez que sepas eso a la mierda lo demás, ni se darán cuenta que eres gordo por ejemplo, dijo ella segura, encuentra el momento perfecto e intenta besar a Carol, siguió, qué estás cojuda, ni loco haría eso le dije avispado, ja ja ja ¿acaso no eres hombre? Todos saben que te cagas por esa chibola y a ella seguro que tambíen ya le está picando por ti, aseguró, fuera de acá pechugona le dije ''arrochado'', a mi no me engañas mocoso, se nota, mira mira como te palteas, ya normal oye dijo, mmm pero ni cagando Carol me haría caso, mira peque te diré algo que te servirá para toda la vida, ya dime dime, paré la oreja, mientras más bonita la chica más sola se siente porque sabe que los chicos no se les acercarán por temor al rechazo, es como una regla de la vida que muy pocos se atreven a romperla, pero en este caso tú podrás peque, yo te ayudaré. Por dentro me sentí inseguro, por un lado bien al tener a una pendeja de mi lado con cosas nuevas y mal porque no sabía en que me estaba metiendo. Acompáñame a mi cuarto me dijo, la seguí viendo su espalda.
Entré a su cuarto y fueron automáticas las imágenes de sexo en mi cabeza, como en las películas porno que veía con Lucho por las mañanas gracias a un filtro que le ponía en la parte trasera de su televisor. Katiuska estaba tirada en su cama leyendo una revista, bajó una carilla para saludarme: hola Borgi, ¿qué hay?, nada, vine con Candy para... ¿para qué hemos venido? Te vamos a violar dijo Katiuska y ambas se rieron, ja ja ja reí también, no, lo que pasa es que aquí el muchachito se caga por Carito y le vamos enseñar a besar dijo Candy, qué rico dijo Katiuska mientras se mordía el labio inferior. Ya mira Borgi aprende, primero nosotras luego tú ¿ya?, propuso Candy, oye por cierto sólo he escuchado que te dicen Borgi y no tu nombre ¿cuál es? preguntó Katiuska, si qué cagada de apodo pero me llamo..., ya ya ya luego preguntas, tenemos poco tiempo Katy, ya sabes, la chamba, apuró Candy, sí es cierto, ya ahora mira dijo Katiuska, ¿saldrán? ¿En qué trabajan? pregunté, trabajamos mientras tú duermes respondió Candy con convicción, me quedaron dudas claro, de hecho era la misma duda de todo mi grupito. Empezaron a instruirme con besos cortos, luego pasamos a los besos más intensos, y finalmente los besos con lengua y las manos en la cintura de la otra, ellas siempre primero. Qué rica sensación, no había experimentado nada igual hasta ese momento. Supongo que eso es todo peque, anda muérdete a esa mocosa y no te quedes con las ganas de nada, ahora es todita tuya, dijo Candy muy segura, ¿y cuándo bailaré? Le pregunté, ya luego lo harás, ¿y si no le gustan mis besos tengo que saber bailar? Insistí, ya no jodas y vete, ¿qué no le podría gustar?, qué contraste, ruda y cursi, la adoré. Chau cachetoncito luego nos cuentas, y espera un rato a que se te baje eso ja ja ja, sugirió Katy mientras señalaba hacia abajo, mi bragueta, qué roche pensé y me apuré a salir lo más rápido que pude. Ellas se quedaron mofándose de mí.
Regresé a la fiesta, era algo tarde, mi grupito estaba saliendo con bolsitas sorpresas en sus manos, las chicas corriendo hacia la azotea con una radio. Lucho y David se acercaron hacia mí preguntándome a dónde me había metido, estuve un toque con las fulanas (solíamos llamar así a Candy y Katiuska), les respondí, ¿qué hacías con ellas? Preguntó muy interesado David, ya luego les cuento le respondí, de hecho dijo Lucho. Oye Lucho, ¿Carol dijo algo de mí cuando me fui?, no nada, lo de siempre supongo, que te odia y tanta mierda, respondió. De aquí vamos a jugar a la botella borracha en la azotea, ¿te apuntas? Sí, claro, ¿estará Carol? Puta madre, sí weón, ya vamos subiendo entonces, apúrate David, ¿vas a subir o no? Sí, espera, Jhon me traerá más torta, ya ya ya, vas avanzando entonces dijo Lucho.
Hicimos un círculo rodeando la botella. Me senté al lado de Jhon, mi primo mayor, Carol se sentó al lado de Mary, algo predecible, David al lado de Carol y las gemelas se sentaron al lado de Lucho, su hermano, frente a mí.
Yo empezaré dijo Lucho, él era como el jefe o líder de nuestro grupito, era el mayor, tres años mayor que yo, tenía quince y sin él no se empezaba ningún juego. Giró la botella vacía y le tocó mandar Jhon a Mary. Como se sabía, la perspicacia de Lucho funcionó y Mary fue retada a besarlo. Qué rico, ya estás aprendiendo, dijo Lucho muy descarado. Mary giró la botella y el pico señaló a David y el otro lado a Lucho, besa a Carol ordenó David, se me estrujó el corazón, Lucho muy mandado se le fue con todo a Carol y la besó como si no se hubiese dado cuenta de mi asistencia. Uyyy Carito ya estás dijo Lucho, otra vez con un tono descarado. Miré mal a David como reprochándole su orden. Seguían los besos, muchos besos pero ninguno conmigo, empecé a desesperarme y Lucho seguía ganándose con las chicas, y a propósito con mi Carol, tanto que cuando le tocó mandarle algo le pidió que lo bese. Con eso estaba más hígado que nunca y se me quitó todo lo gracioso hasta que por fin el pico de la botella me señaló y el otro lado sorpresivamente a Carol. Todos me miraron esperando mi orden. La tenía en la punta de la lengua, si no lo hacía en ese momento Lucho terminaría haciéndole no se qué tanta mierda a mi Carol, así que lo inesperado pasó y le pedí a Carol que me bese. Pareció haberse parado el mundo cuando Carol se paró, se acercó a mí y me dijo: no sabes bailar, bésame le dije, pero no sabes bailar interrumpió ella, la cogí de la cintura y la apreté a mi cuerpo, me fui directamente al tercer paso, la besé muy lento y suave, elevé una mano hasta su ondeada cabellera para masajear su cabeza, la gloria, por Dios pensé, esto es la gloria. Nos despegamos, el tiempo siguió su curso, todos con un ‘’wow’’ en sus caras, en la radio empezó a sonar High and dry de Radiohead. ¿Bailamos esa? Me preguntó Carol, pero si dices que no sé bailar nada, besas muy rico Jaime, ¿bailamos?

No hay comentarios: